lunes, 23 de mayo de 2011

Un día como hoy, 23 de Mayo en el año 1979...


Kiss publicó Dynasty ,su septimo album de estudio

Pese a las malas críticas que ha sufrido este álbum, su notable influencia por la música Disco no hizo sino resaltar aún más la elegancia, el brillo, la clase que siempre ha tenido Kiss en la mayoría de sus composiciones, como esos gratos regalos al oído que fueron Black Diamond o Love Gun. Esa dirección que había tomado la banda no era para escandalizarse tanto, con sólo hacer un leve ejercicio de memoria, temas como el C’mon And Love Me de su Dressed To Kill del ’75 podrían haber casado bien entre las canciones de este Dynasty, tanto en la música como en la temática de las letras.
Era de esperar que de una banda de Hard Rock americana que nació del Glam y cuyas letras casi siempre hablan de fiesta, amor y sexo, surgiera ese ‘enamoramiento’ por un chispeante estilo que coexistía y encajaba con ellos en muchos aspectos. Hasta los mismísimos Judas Priest se dejaron seducir de alguna forma por ese movimiento, pues de aquel White Heat, Red Hot de su Stained Class del ’78 no puede ser negado el influjo de los Bee Gees y derivados en ese verso que canta Halford, aunque las duras guitarras contrarresten algo de esa chispa.
No se le puede dar la espalda a este disco por ‘comercial’ o ‘pasteloso’ cuando en discos tan alabados y significativos como Destroyer contamos con ‘caramelitos’ como Great Expectations o Beth, que tan dulces y tiernos juegan compartiendo patio con el oscuro y demoníaco God Of Thunder (contrastazo), estando arropados a la vez por una portada tan ‘devastadora’ y ‘heavy’ como la que ilustró el maestro Ken Kelly, autor también de las portadas de Manowar.
Dicho esto, es innegable que poco había perdido Kiss de su esencia, el pulso del bajo de Gene Simmons, esos riffs simples pero directos, esas lecciones de Rock con clase, esas alternancias de crudeza con romanticismo, en fin, los de New York seguían ahí, con su maquillaje, sus plataformas y, sobretodo, su música de siempre, aunque algo edulcorada, pero en la dosis justa para no dejar de ser ellos.
El álbum lo abre el clásico I Was Made For Lovin’ You, tema que aún vive en los escenarios y sigue bañado en clamores, pese a que es el tema donde más se nota aquella influencia Disco ya mencionada, así que no fue tan grave aquel leve cambio, después de todo.
Ese comienzo marcado por el bajo de Gene, al que se le unen los afilados acordes de guitarra y ese corto solo, y luego, la conocida y recurrente coletilla de Paul Stanley [’oh yeah’], seguida de ese dulce falsetto del ‘dududu’ y ese ‘chasqueo’ disco-fashion-seventies tan acertado que de cuando en cuando azota... Todo eso unido no tiene precio. Señores, este tema es sublime, aunque desde ese primer ‘Tonight’ nos abra Paul una puerta dimensional directa a ’La Ostra Azul’ de Loca Academia de Policía, donde entre dobles de Rob Halford nos encontramos al John Travolta de Saturday Night Fever bailoteando bajo una rotante bola de espejos. En fin, un clásico le pese a quien le pese, y que curiosamente fue el único tema que me gustó en la primera escucha de este álbum (que me pareció flojo e insípido hasta que indagué más en él), así que algo tendrá esta canción, creo yo.
Tras el éxtasis de tal híbrido Disco-Rock que ya es himno de nuestro género, entra contrastando un desenfadado riff. Con 2,000 Man el grupo versiona a Rolling Stones desde una visión más eléctrica, más cañera que la original, con un riff base muy heavy. Es curioso cómo esta canción de 1967 hablaba sobre aquel hombre del 2.000, ”Mi nombre es un número que está en un trozo de film de plástico […] Estoy teniendo una aventura con la computadora Random”, una visión un tanto cómica y desajustada, pero se entiende el desacierto al ser tan antigua (y al tener en cuenta el humor y embriaguez de Nuestras Majestades Satánicas). Peor fue lo del bueno de Udo y los suyos, los Accept, que en 1985 nos preparaban su propio ambiente futurista de corazones cibernéticos que persiguen a la raza humana hasta extinguirla, enmarcado tal evento apocalíptico en el año… 1999. La canción es, sin duda, Metal Heart, uno de sus grandes clásicos.
Tras el desvío retomamos ruta, estamos con Kiss y su Dynasty de 1.979 (perdonen el violento viraje del timón, me distraje), y tras dejar atrás al enérgico 2,000 Man, cantado por Ace Frehley, entramos en terreno sagrado, Sure Know Something despliega su excelso aura de sentimiento para catalepsia nuestra, rindiéndonos a su placentero y calmo pulso, no exento de arrebatos acertados en el estribillo, donde las eléctricas aparecen con furia controlada. A la voz, Paul Stanley, que vuelve a coger el testigo para tomar las riendas de esta gran pieza que le va como anillo al dedo. Ese ’at all’ que lanza cual emotivo orgasmo para dar paso al solo es un segundo de oro en el disco, que eriza los vellos hasta del que no los tiene (¿?). Los coros tampoco tienen desperdicio. Uno de los platos fuertes del disco, un festín.
Dirty Livin’ nos hace bajar del trance para patear callejuelas como crápulas a través de la noche, la banda se torna tan gamberra como en sus inicios, un tema cantado por el batería Peter Criss con ese rauco tono, esa áspera actitud tan espontánea que le caracteriza, heredada de la negroide estela legítima de los ’50, ese gen eterno que trajo Chuck Berry y sus coetáneos. Este hombre empuja el tema a golpe de palabra, con un deje y saña que emocionan, haciéndolo que por momentos se vuelva más desgarrador el corte, adentrándose el cantante en la pelea del estridente solo de guitarra para calentar el ambiente aún más con sus abruptos dirty livin’s, mientras la guitarra lanza como chispas sus últimas y entrecortadas notas altas. No puedo con este tema, es muy grande, parece en un principio que es un extra en la película, que se mezcla casi anónimo entre los actores principales, pero cuando profundizas en él, encuentras una robusta raíz primigenia que bebe del eco de eras pasadas, las que vieron nacer al Rock ‘N’ Roll, siendo este Dirty Livin’ uno de los pilares que alzan y sostienen este Dynasty a la altura y rango de un genuino disco de Rock.
Tras esa ‘vida sucia’, el micrófono pasa a manos de nuestro demonio Gene Simmons para Charisma, un tema con un ritmo seductor que avanza con picaresca arropado por gruesas guitarras, la profunda voz de Gene hace el resto, sin olvidarnos de los coros, que hacen un buen papel. El coqueteo que mantiene Simmons con el oyente, que enumera sus cualidades como hombre y como artista, diciendo algo así como “soy un fuera de serie, pero no sé cuál de mis tantas virtudes me hace serlo, debe ser mi… carisma”, pegote gordo que se marca el colega de la ‘lengua longa’, pero sonando más simpático que pretencioso.
Y ya llegamos a uno de los enclaves más maravillosos del itinerario, es turno para la genial balada Magic Touch, un tema abierto por un expresivo y emotivo riff, que da paso a la inconfundible voz de Paul Stanley, entrando éste directo al estribillo, fórmula efectiva para asegurarse el flechazo, el amor a primera vista (o a primera escucha) del oyente hacia la canción. Al igual que en Sure Know Something, el tema nos deslumbra y abraza con su luz, irradiándonos una sana pasión y una fuerza que nos abruma, sobretodo en ese corto y calmo pasaje que asoma después del solo, donde la voz se hace falsetto para serenamente regalarnos su estrofa. Luego retorna el estribillo para rematar tal monumento musical, donde cada ’She’s got the magic touch’ es acabado por esa suave caída a plomo de acordes ligados, sumándose a tal desenlace una corta melodía de guitarra que busca su momento preciso en cada vuelta, desvaneciéndose ese bucle del estribillo hasta desaparecer con la estela de sus coros. Sobresaliente alto a este diamante de nostalgia, una de las mejores baladas que he oído de esta banda.
Con un chasqueo de dedos, estos magos nos cambian de ambiente con Hard Times, un tema muy festivo, una entrañable travesura cantada por Ace Frehley que viene a ser una despedida a los ‘tiempos duros’, pero de la forma en que los narran, más bien parece que fue época de despiporre, de vandalismo adolescente, porque por una parte te cuentan que lucharon para ser aceptados y por otra que se escapaban del colegio para irse al parque, ¡muchachos!, ¡¿ésos eran tiempos duros?!. Qué graciosos son estos Kiss, aunque a veces no sea su intención.
Gene Simmons vuelve para proyectarnos sus ojos de rayos X, por si ya no tenía bastante con escupir fuego. X-Ray Eyes se presenta con su ritmo sinuoso para, lejos de la temática de ciencia-ficción a la que invita el título, volver a hablar de mujeres, diciendo cosas típicas como “dices que no me quieres pero pronto vendrás arrastrándote a mí, pues sé por dónde vas”, y añade, para justificar el título, “…ya que tengo ojos de rayos X y veo a través de tus mentiras”. Hala pues, que no se acaben las mujeres, que estos neoyorquinos las meten hasta en la sopa, y con su machismo característico. Pero dejémosles, si no, no serían Kiss.
El colofón final lo pone Save Your Love, otro defensor de la atmósfera general del disco, con su cortejo barriobajero en el verso, interpretado por el galáctico Ace Frehley, para dar paso después a la machacona base del estribillo, donde el salvaje embate de la batería y el bajo es suavizado por la atmósfera de los mágicos coros, que nos hace despedirnos del disco con gran satisfacción de haber vivido unos casi 40 minutos de sentimiento, brillantez y buenas vibraciones, los 40 minutos que le bastaban a la gran mayoría de los álbumes de esos ’70, con sus 8 o 9 canciones de rigor. La virtud de expresar tanto en tan poco tiempo.
El certificado de Platino fue otorgado a Dynasty al haber alcanzado el millón de copias vendidas, señal de que sus armas de seducción y su chispa dieron buen resultado. Es curioso que tan sólo por añadir un halo más benigno al Rock de siempre al artista le echen los perros, adiestrados para devorar todo lo que huela algo diferente a lo acostumbrado, pero eso ha pasado siempre en la evolución de todo grupo, y este Dynasty no traicionó a su propia época, a su propio tiempo, sonó como debía de sonar, como un típico álbum de finales de los ’70, bañado por las corrientes que manaron en su derredor, tomando su esencia. Una gran obra de la Segunda Dinastía Glam.

1. I Was Made For Lovin’ You - 8:46
2. 2,000 Man - 4:56
3. Sure Know Something - 4:01
4. Dirty Livin' - 4:27
5. Charisma - 4:26
6. Magic Touch - 4:42
7. Hard Times - 3:29
8. X-Ray Eyes - 3:42
9. Save Your Love - 4:40

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