Foo Fighters - Wasting Light
En el mundo de la música hay millones de artistas pero solo unos pocos cuentan con el don de atraer a las masas. Sea por su personalidad, por su manera de cantar o tocar cualquier instrumento o por su físico, hay músicos con una capacidad innata para gustar. En el escenario son como imanes; acaparan todas las miradas.
Seguro que si cada uno de nosotros hiciéramos una lista de nombres que encajasen en esta descripción coincidiríamos en muchos de ellos. No sé si Dave Grohl sería uno de ellos, pero desde luego algo tendrá cuando este nuevo disco de Foo Fighters es tan esperado. Wasting Light es la nueva producción del grupo desde 2007 y sea por Grohl o por el partido que la banda ha sabido sacarle a Internet y las redes sociales, todo el mundo del rock está pendiente de las 11 canciones que lo componen. ¿Las escuchamos? No hay excusa para no hacerlo, recordad que está en su página web en streaming y de manera gratuita.
Las ganas de rockear se notan desde “Bridge Burning”, el primer track del disco. Comienza con un riff de guitarra al que poco a poco se le van sumando el resto de instrumentos. Después, la voz de Dave Grohl, unas veces más agresiva, otras más melódica, consigue enganchar desde el primer minuto.
Si hay una virtud que podamos destacar del señor Grohl seguramente sea la de crear buenos estribillos, de esos que dejan huella y que no se olvidan fácilmente. Es el caso del single por excelencia de Wasting Light, “Rope”, que sirve como paradigma de esto. No se queda atrás “Dear Rosemary”, una canción que empieza con un ritmo más pausado, pero que poco a poco va ganando fuerza. Sus versos son completamente pegadizos y el estribillo sirve a modo de colofón de una de las canciones más peculiares e interesantes del disco.
Que el mismísimo Lemmy de Motörhead -otro de los artistas con ese don del que hablábamos- apareciese en el video de “White Limo” ya decía mucho sobre el espíritu macarra que tiene la canción. Un tema con riffs de heavy metal, sonido garage y esencia de rock and roll. ¿Se puede pedir más? Pues sí, que la voz no hubiese estado tan distorsionada y tan en segundo plano.
Otra de las figuras de la música y que seguro influyeron a Grohl fue Kurt Kobain, con el que compartió filas en Nirvana. En “Arlandria” se palpa una dinámica entre ritmos calmados y más potentes muy típica en el grupo de Nevermind, pero con el toque más versátil y melódico de la voz de Grohl. “These Days” nos muestra la cara más romántica de Foo Fighters. Y como el amor, mezcla momentos más lentos, con guitarras limpias, con otros más duros, donde destacan los destiempos que introduce Taylor Hawkins en la batería.
“Back and Forth” no es solo el título del documental autobiográfico sobre Foo Fighters que pronto se publicará, sino de una canción de rock and roll con todas las letras. Muy rítmica y dinámica, destaca de nuevo por uno de esos estribillos que se meten enseguida en la cabeza. “A Matter Of Time” sigue la estela que el anterior corte, estrofas pegadizas, guitarras rítmicas muy marcadas y melodías de voz muy enriqucidas con coros y arreglos instrumentales.
“Miss The Missery” tiene un riff de guitarra muy pesado, muy de vieja escuela. Juega mucho con las intensidades, con momentos más relajados y otros álgidos, especialmente el estribillo, que seguro será cantado a pleno pulmón en los conciertos del grupo. “I Should Have Known” es una de las joyas de Wasting Light no solo por la colaboración de Krist Novoselic al bajo, sino por el tremendo feeling con el que está interpretada. Además, todo buen disco de rock tiene que tener su momento balada y ese papel lo cumple perfectamente el tema.
Para cerrar este séptimo álbum encontramos “Walk”. Después del de Pantera, nunca pensé que escucharía un tema con ese título que mereciese la pena. Obviamente el de Foo Fighters es completamente distinto, pero con una cantidad de arreglos y detalles que no decepcionará a nadie. ¿Sobra decir algo sobre el estribillo no?
9.5/10
Pocas pegas se le pueden sacar a este Wasting Light y es que
el mundo del rock necesitaba un disco como éste, un disco que
recuperase el espíritu rockero de toda la vida, el sonido añejo que le
ha aportado la grabación analógica y una lista de temas con melodías
memorables. Quizá sea atrevido decirlo, pero se trata de una de las
mejores producciones de Foo Fighters desde su alabado The Colour And The Shape de 1996.
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